Tipos de riego en invernaderos
El riego en invernaderos es uno de los pilares que determina la productividad y sostenibilidad de una explotación agrícola. La forma en la que se administra el agua no solo influye en el desarrollo de los cultivos, sino también en los costes de producción, la eficiencia energética y el impacto medioambiental. Un invernadero mal gestionado puede consumir hasta un 40% más de agua de lo necesario. En este artículo analizaremos los tipos de riego en invernaderos, las ventajas e inconvenientes de cada sistema y qué factores deben tenerse en cuenta para elegir el más apropiado.
¿Qué sistemas de riego emplear en un invernadero?
La elección de un sistema de riego en un invernadero depende de múltiples factores: el tipo de cultivo, el tamaño de la instalación, el nivel de tecnificación deseado, la calidad del agua disponible y, por supuesto, el presupuesto. En España, la legislación sobre uso eficiente de recursos hídricos y las ayudas de la PAC condicionan en gran medida la adopción de tecnologías más avanzadas, como el riego localizado o la fertirrigación.
Según la experiencia de agricultores en zonas hortícolas intensivas como Almería o Murcia, optar por un sistema automatizado de riego puede suponer un ahorro del 30% en agua y fertilizantes frente a métodos tradicionales. Además, el control digital de parámetros como la humedad del suelo o la conductividad eléctrica de la solución nutritiva permite ajustar de forma precisa el aporte hídrico a las necesidades reales de cada cultivo.
Antes de tomar una decisión, conviene conocer los tipos de sistemas de riego en agricultura aplicables a invernaderos y valorar su compatibilidad con la superficie cultivada y los objetivos productivos.
Tipos de riego en invernaderos
En la práctica, los invernaderos emplean una variedad de métodos de riego, cada uno con ventajas e inconvenientes. A continuación, se detallan los tipos de riego en invernaderos más utilizados en España, con ejemplos de aplicación y consideraciones técnicas.
Riego por goteo
Es el sistema más extendido en la agricultura intensiva. Consiste en la aplicación localizada del agua mediante goteros instalados en las líneas de cultivo. En invernaderos de tomate o pimiento, por ejemplo, cada planta recibe una cantidad precisa de agua y nutrientes directamente en la raíz. Esto reduce la evaporación y minimiza el riesgo de enfermedades fúngicas al mantener la parte aérea de la planta seca.
El riego por goteo puede complementarse con sistemas de fertirrigación, lo que permite aplicar fertilizantes disueltos en el agua. Según ensayos en centros de investigación agrícola, esta técnica mejora la eficiencia de absorción de nutrientes hasta en un 90%, frente a métodos convencionales de abonado.
Riego por aspersión
El riego por aspersión imita la lluvia natural y resulta adecuado para cultivos de hoja como lechuga o espinaca, donde la cobertura uniforme es fundamental. Sin embargo, en invernaderos cerrados puede generar una humedad relativa elevada, lo que aumenta el riesgo de mildiu o botritis. Por este motivo, suele emplearse en combinación con sistemas de ventilación forzada o en fases concretas del ciclo del cultivo.
El consumo de agua en aspersión es mayor que en goteo, aunque ofrece la ventaja de lavar las hojas y mantener una temperatura más estable en el interior del invernadero.
Riego con difusores
La gran ventaja de los difusores es que permiten ajustar la distribución del agua, pudiendo adaptarlos a las necesidades de la instalación. Este sistema de riego se suele emplear en las zonas más estrechas como los pasillos, puesto que aumentan el nivel de humedad relativo en estas zonas.
Otro aspecto a destacar es que se puede modificar la intensidad del agua, el ángulo de riego, así como la distancia, regulando el tornillo que incorporan en el extremo de su boquilla.
Riego subterráneo
En este sistema, las tuberías se instalan bajo la superficie del suelo, aportando agua directamente a la zona radicular. Su principal ventaja es la reducción de pérdidas por evaporación. Además, al no mojar la superficie del suelo, se dificulta la aparición de malas hierbas. Es una alternativa interesante en cultivos de larga duración como el pimiento, aunque su instalación es más costosa y el mantenimiento exige un control riguroso para evitar obstrucciones.
Este tipo de riego se emplea también en explotaciones que buscan apostar por los cultivos más rentables en poco terreno, ya que ayuda a maximizar el aprovechamiento del agua disponible y a mejorar la productividad por metro cuadrado.
Riego por nebulización o microaspersión
Este método utiliza boquillas que generan gotas extremadamente finas, formando una niebla que aumenta la humedad relativa y refresca el ambiente del invernadero. Es muy utilizado en viveros y en cultivos sensibles al estrés hídrico, como las plantas ornamentales. Además, permite mejorar el enraizamiento en semilleros y facilita la propagación vegetativa mediante esquejes.
No obstante, requiere un sistema de filtrado eficaz y un control preciso de la presión del agua para evitar variaciones en la uniformidad del riego.
Riego manual
Aunque pueda parecer un método obsoleto, en pequeños invernaderos familiares todavía se utiliza el riego manual con manguera o regadera. La principal desventaja es la falta de uniformidad y el consumo excesivo de agua, pero ofrece flexibilidad en cultivos experimentales o cuando se requiere un control visual directo sobre cada planta.
¿Cuál es el mejor tipo de riego en invernadero?
No existe un único sistema válido para todos los invernaderos. La elección depende de la estrategia productiva y del nivel de tecnificación que se desee alcanzar. En explotaciones profesionales, el riego por goteo con fertirrigación suele considerarse la opción más eficiente, ya que combina ahorro de agua, precisión en el aporte de nutrientes y reducción de enfermedades.
Un agricultor que cultive fresas en Huelva, por ejemplo, puede aprovechar este sistema para controlar el pH y la conductividad de la solución nutritiva, lo que se traduce en frutos de mayor calidad y una vida útil más prolongada en el mercado. Por el contrario, un productor de plantas ornamentales en vivero puede optar por la nebulización para garantizar una humedad constante que favorezca el crecimiento.
En cualquier caso, la tendencia en la agricultura española apunta hacia soluciones integradas que permitan optimizar el uso del agua y reducir la huella hídrica de los invernaderos.
Conclusión
Los tipos de riego en invernaderos son múltiples y cada uno responde a necesidades concretas. La elección del sistema adecuado debe basarse en criterios técnicos, económicos y ambientales, sin perder de vista la normativa vigente y las tendencias hacia una agricultura más sostenible.
Desde el riego por goteo hasta la nebulización, todos los métodos tienen su lugar en función de los objetivos productivos. Lo importante es analizar cada caso y apostar por soluciones que combinen eficiencia, rentabilidad y respeto al medio ambiente, integrando prácticas como la adquisición de arados de vertedera.
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